Hace muchísimos años nos tocaba disfrazarnos para protegernos (busca la historia). Ahora sin que haya real amenaza, muchos siguen disfrazándose para no mostrar su intensidad o su profundidad. Y esa no es la oscuridad, más bien lo que se esconde es la luz. Hay que trabajarla para revelarla. Muchos creen que “trabajarla” para revelarla solo consiste en el trabajo del talento o propósito, pero mucho tiene que ver con trabajar el miedo a desencajar y trabajarnos el mejor ambiente/medio/condiciones para que esa luz pueda brillar a todo dar.
Hace muchos años los judios tuvieron que disfrazarse y esconderse porque su vida corría peligro (revisa la historia, fueron más veces de esa que viene a tu mente)
La tuya no corre peligro e este momento y sin embargo te sientes perseguida, sin tierra o real conexión / posesión de quién eres, de tu herencia, de tu poder. ¿Por qué? ¿Por qué te escondes?
Puede ser que todo lo profundo ama el disfraz y que toma su tiempo para ser revelado. Si es así, si es cierto que te vistes para desvestirte (lee más allá de lo literal), que te armas para luego entregarte, aprovecha esta apertura para suavizarte, quitarle poder al juicio y elevar la energía de valentía para mostrarte.
Esta es la apertura energética para quitarnos las máscaras, las capas de miedo y mostrarnos tal y como somos aunque tengamos miedo a desencajar. Entre más profundos son nuestros deseos, más capas les ponemos encima para protegerlos y sin darnos cuenta hacemos más difícil su manifestación. Será sólo cuando nos atrevamos a mostrar nuestra esencia y nos expongamos auténticamente que podremos acercarnos a aquello que tanto deseamos.
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