Cada vez que intentamos trabajar lo externo sin identificar el patrón interno que lo causa, somos esclavos de la costumbre, el facilismo y circunstancias. Lo hemos visto muchas veces: personas que ganan la lotería, pierden/gastan el dinero y no saben como volver a crear el estado de abundancia. Personas que hacen una dieta rápida o buscan una salida fácil para perder peso pero tienen un efecto rebote más adelante. Personas que reciben algo que aún no merecen, no lo aprecian y lo pierden. Personas que trabajan las consecuencias en vez de ir directamente a la causa y viven reparando una y otra vez.
La inversión que nunca se pierde es la que haces en ti misma trabajando consciencia, porque es la que dará resultados a largo plazo y no ajustes efímeros que igual nos mantienen en miedo, sabiendo que no vibramos merecimiento sino pan de la verguenza. ¿Para qué esclavizarnos aún más? ¿Para sentirnos «libres» por un segundo? ¿No sería mejor pasar el momento difícil, hacer la tarea y librarnos poco a poco de juicios, inseguridades y ataduras?
Siempre has tenido la opción. Siempre has podido elegir.
Ante un estímulo, decides volver a poner una curita y quedarte en negación o ir por el camino cuesta arriba y llegar a la cima.
Tu elección. Nada permanente, de importancia o verdadero se consigue en lo externo si no se ha hecho el trabajo dentro.