Astrología en la vida real: me convertí en un proyecto

Astrología en la vida real: me convertí en un proyecto

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Antes de empezar la historia de Astrología en la vida real «me convertí en un proyecto» un mensaje para todos los Acuario que estén pasando por acá hoy:

Publicado originalmente el 06 de julio de 2018

Me convertí en un proyecto

 

Soy de Venezuela, creo que muchos saben lo que significa, si no, te cuento que por motivos políticos y económicos que no mencionaré, cuando tienes veintitantos y te toca vivir una época como la que pasa mi país, donde sabes que no tienes oportunidad de ser independiente, te enfrentas a dos opciones muy difíciles: quedarte o irte.

Decidí, como muchos, irme. Confieso que siempre estuve consciente de que migrar no es fácil, pero pensaba que en verdad nada lo es. Todas las cosas buenas toman tiempo, constancia, disciplina y sacrificios para poder ver beneficios reales. Cuando llegué al exterior por primera vez me sentía muy triste y apegada a mi vida en Venezuela, extrañaba a mis amigas, a mi familia, y eso me hacía tener una energía muy baja, no tenía ánimos de hacer nada. No había otra opción: había que ser fuerte. Gracias al Universo en ese momento encontré a Mia, ahí  comenzó mi proceso de evolución y cambio de consciencia. Leerla me hacía sentir la esperanza de que realmente podía comenzar a cambiar mi estado de ánimo y mi realidad, porque sabía que si seguía con depresión no llegaría a ningún lado.

Gracias a Mia, todos sus artículos y horóscopos, al pasar unos meses comencé a cambiar mi forma de pensar. Aunque seguía apegada a mi vida en Venezuela, tenía muchísimas ganas de salir adelante porque no iba a permitir que alejarme de las personas que quería, más toda la inversión de tiempo y dinero, fueran una pérdida por mi actitud. Estaba lista para hacer todo lo que estuviera en mis manos para cambiarlo. Poco a poco comencé a leer libros de marketing digital y motivacionales, me encantaba buscar en YouTube documentales de personas exitosas para mantenerme motivada. Amo ver a Jack Ma, el dueño de la empresa multi millonaria Alibaba, él me enseñó que si quiero cambiar el mundo debo cambiar yo. Si no lo has visto, por favor, busca cualquiera de sus entrevistas, lo que dice puede hacerte cambiar tu forma de pensar en minutos.

Confieso que me obsesioné un poco con la idea de mantenerme motivada, convertí cada mínima cosa de mi vida en una meta: ir al banco, al supermercado, sacar una copia, ir a un casting, responder emails. Me comprometía conmigo de tal forma que no era aceptable no cumplirlas, era la única forma de no perder el ánimo. Con el tiempo las cosas mejoraron muchísimo profesionalmente, mi apego sin darme cuenta ya no existía, no quiero decir que no amo a cada una de esas personas, pero ya no las necesitaba para continuar. Comprendí que cada proceso es único e individual, que debía aceptar que quienes amo no están físicamente conmigo, pero que el amor no se mide con distancias, gracias a la tecnología no estamos alejados del todo.

Al año de haber emigrado me estaba yendo cada vez mejor profesionalmente, había creado una plataforma digital donde me llegaban muchísimas propuestas de diferentes países que me permitieron tener una independencia que antes no había podido obtener. Comencé a pasar la mayor parte de mi vida en un set, grabando o haciendo campañas, luego salía a entrenar y después contestaba correos y nuevas propuestas. Empecé a producir desfiles y sesiones de fotos para editoriales, diseñé una colección de bikinis. Larga historia hecha corta: mi vida se redujo a crear proyectos.

Lo tenía todo: viajes, nuevas amistades, mucho trabajo, oportunidades con marcas con las que siempre había querido trabajar, desfilé en un Fashion Week, literalmente había manifestado la vida profesional de mis sueños. Pero algo comenzó a pasarme, cuando llegaba a casa no quería estar sola, llamaba a todos mis compañeros y buscaba qué hacer, si ellos no podían me ponía a buscar clientes, armar estrategias, o creaba contenido, no quería tener tiempo libre. Mi cuerpo comenzó a hablar, aunque yo lo ignoraba, sentía demasiado cansancio y mal humor, no podía resolver nada sin estresarme o sentir ansiedad. No descansaba, no me recreaba, porque lo veía como una pérdida de tiempo, hasta que un día viendo Instagram con los ojos pegados a todo lo que había subido la gente, escuché dentro de mí una voz que decía: “estás viviendo en automático”.

Me di cuenta que estaba haciendo cosas solo para trabajar, cuando me tocaba tener una vida personal no la quería enfrentar. Prefería ocuparme para no pensar en eso. Cuando tenía tiempo libre buscaba alguna actividad, no tomaba tiempo para preguntarme qué quería, si lo que estaba haciendo seguía siendo mi meta. Me di cuenta que cambiamos todos los días con las cosas que vemos, leemos, o que escuchamos. Hay que preguntarnos constantemente qué queremos y tomarnos el tiempo para reflexionar si lo que estamos haciendo nos está llevando hacía allí. Es importantísimo actualizarse constantemente.

Ese mismo día me tomé un tiempo sin celular, un detox de tecnología para el fin de semana. Tuve tiempo para mí sin ver lo que los demás hacían y sin preguntarle a nadie qué debía hacer. Fui al parque, me acosté a ver el cielo, me quedé en silencio viendo la naturaleza, y no pasaron cinco minutos cuando comencé a llorar desconsolada y me hice la pregunta que tanto había evitado: ¿qué estaba pasando? Recapitulé todo lo que había vivido los últimos años y me di cuenta que me convertí en un proyecto. Confundí las ganas de trabajar y salir adelante, e hice de mi vida un proyecto con el que un día finalmente toqué fondo, porque me hizo olvidar quién era y qué pensaba. Nada era suficiente si no estaba trabajando o era productiva, me olvidé que vine a esta vida a ser más que hacer.

Todo lo que vine a crear lo puedo hacer comprendiendo que soy suficiente, sin juzgarme, ni compararme, aceptando cada parte de mí como es y amándome todos los días. Agradeciéndome porque siempre puedo contar conmigo, aún en momentos duros, para salir adelante y evolucionar. Dejé de preguntarme por qué me pasa esto y empecé a preguntarme ¿cuál es la lección? Agradecí cada aprendizaje porque me hicieron quien soy y hoy me amo. Después de dos años, dos países de residencia y cambios infinitos, puedo concluir que antes me movía tener una vida profesional exitosa, ahora quiero manifestar una vida personal de armonía. Mi próxima meta es el amor. Mientras tanto seguiré en la búsqueda de estar conectada conmigo y mi propósito de vida.

Colaboradora: Alejandra Ghersi.

 

 

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