Astrología en la vida real: MASSEDUCTION NY. Amor y dating lésbico en New York

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2017 fue el año de la consolidación de lo que para muchos es un cliché: logré mudarme a Nueva York. Luego de una larga espera por un pasaporte y una relación a distancia a punto del desmadre, llegué en un taxi amarillo al norte de Manhattan. Estaba dispuesta a empezar una nueva vida, a jugar a la casita y pagar 32$ semanales de MetroCard. Nueva York tiene algo que es muy entretenido de ver en las películas y muy áspero en la vida real: The struggle is real, amor con hambre no dura y Thank you, next.

 

Llegué con una relación de cinco años que en nueve meses se acabó, en medio de un invierno rudo donde El Farsante de Ozuna sonaba en cada esquina. Por suerte hay un New York latino que las películas no cuentan. Juro que el set de ladrillos deja de impresionar después de un rato.

 

En medio de este aparente apocalipsis que era mi rompimiento amoroso, aterricé en BROOKLYN tal y como el duendecillo se desliza dopado con las pupilas dilatadas por el arcoiris, cae de c*lo y al final se encuentra con un mural gigante lleno de monedas pintadas, dibujos en escarcha (brillantina) y un mensaje en tipografía gorda que dice GREETINGS FROM BROOKLYN. El mural incluye la bandera gay y, por supuesto, la de República Dominicana y la de Puerto Rico. Romeo Santos es su Pastor y nada les faltará.

 

Mi guía en esta nueva vida fue quien pasaría a ser mi roomate. Un venezolano divino con sus seis años en Nueva York y con el conocimiento de piso de la vida gay Brooklyniana. Caí en el lugar ideal me dije. Rápidamente me presentó a su grupo de amigas, un grupo de mujeres elásticas y libres. Sentí que mi amigo me agarró de la mano y me dijo amiga (amigue) por acá es la cosa, pase y entre, recorra, viva. Mi Júpiter en Capricornio no tardó en sentirse líder pateando las calles de un New York Gay, mundo nuevo, libre. Empecé a frecuentar bares, drag shows de bajo presupuesto y semana a semana esta vida social se iba expandiendo y yo me iba identificando más con el hecho de ser a lesbian in New York (Yay!).

 

Todo tiene su etapa y en cierto punto ya me había aburrido de los mismos bares con las mismas luces rojas y las mismas canciones. A fin de cuentas ya no tengo 26, ni 27, ni 28. Llegó el verano, y una amiga (quien fuera mi primera novia en Venezuela) organizó The Bush, una serie de proyecciones de películas exclusivamente dedicada a temáticas, directoras y guionistas homosexuales, lesbianas, transgéneros y personas no-binarias (LGBTQI). En medio del dulce verano neoyorkino esto se sentía como tu propio The L Word. ¡Qué emoción!, ¿verdad? Todas estas mujeres asumiendo física y mentalmente su sexualidad y ya mi acento y mis cejas empezaban a generar curiosidad. Where are you from? Where are you from? Me sentía allí justamente donde tenía que estar. En mi repentino LesbianLand habían posibilidades de amistad, de amor, de sexo, de roommates. Ser parte de una comunidad diversa en otro idioma resultó un bello reto del que aún soy parte. En mi The L Word Brooklyn edition también me di cuenta de que ya Shane no era el personaje que más me atraía.

 

Entre las idas y vueltas de mi naciente soltería saltaron las aplicaciones de citas. Primero en el medio del despecho vino OK Cupid. Demasiadas, demasiadas preguntas políticas, específicas y éticas para alguien que quería olvidarse de todas estas cosas. Salí con una artista. Besos y mensajes de textos que terminé evadiendo. Too soon me dije. Luego, el favorito de las masas, Tinder. Este ha sido un pasajero poco frecuente en mi celular. Siento que no conecto con lo que allí se plantea. Honestamente, y por más que soy abierta, no hay enigma en esa aplicación que me interese. Soy una persona que basa mucho de su flirteo y vida social en lo digital, pero no veo en la aplicación sensualidad o misterio.

 

Prefiero ejercitar mi tunel carpiano con Instagram que con el Swipe left, Swight right. Un highlight de Tinder es encontrarme a mis amigas y conocidas. Me apetece más tomarme un café o comerme unos tacos y unas cervezas con esas almas ya conocidas por mí.

 

Mucha gente entra y sale de la ciudad y eso se filtra en la vida sexoafectiva de los que acá vivimos. Aquelles que vienen en plan turístico y te ven como una presa, un filete rojizo (o un tofu a la plancha) Been there, check. Pero la vida sigue para los que acá vivimos que entre sexo casual y sexo casual a veces terminamos mareades y hasta aburrides. Aparentemente, tengo una dulce debilidad porque me seduzcan en mi idioma. Inserte emoji de gotica de agua.

 

Monogamia, Exclusividad, Relaciones abiertas. Sexo casual, Enamoramiento, Stalking, DMing, Sexting, Lovemaking. Tengo una carta astral en la que reina el agua en su mayoría. Es una carta muy romántica y sexual. Paso del: Why not take all of me de Billy Holiday a las nalgadas de Drake y Rihanna sudando -no se confundan, en el video, yo soy Drake-. De las ganas absolutas del amor romántico en la costa italiana con un pañuelo atado en la cabeza para toda la vida, a la fantasía de un strip club lleno de neones baratos y miradas lascivas (meow). Pero no todo es glamoroso y exótico, también es rica la vida simple en pijamas de tela suave y vieja. Así, entre fantasía y fantasía vuelvo al romance existencial preguntándome cómo toda esta mezcla, esta pretensión de mi parte es posible y si alguien me seguirá en esto. Golosa y soñadora.

 

Me jala la profundidad pisciana (Sol, Luna, Mercurio y Lilith) y su posibilidad de encontrar un amor trascendental. Y mi pasión escorpiana (Saturno, Plutón y Marte), esa dupla hace que tenga la dualidad del pez filósofo y la mujer araña/hombre lobo. Piscis y Escorpio comparten ambos una especial afición por la fundición mutua del orgasmo (#MarteEnEscorpio).

 

Dating Vs. Relación. Imposibles ponerlos a competir, todos sabemos que el dating es como un maratón largo, a veces agotador. Cosas que extraño de una relación estable: la certeza, la reciprocidad sostenida. Actualmente: libre, lúdica, clara, erotizada y bailando sola en los andenes del metro. Recomendación para los que viven en Nueva York: inviertan en unos buenos audífonos, es una relación estable y con garantía.

 

Ampliaremos.

 

Colaboradora: Florencia Alvarado. Artista venezolana radicada en Brooklyn.

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