Tanto en kabbalah como en el estudio de los chakras, la energía de la garganta como puente es muy interesante y las ideas de alguna manera están unificadas dando el mismo mensaje:
Somos esclavos de lo que decimos, reyes de lo que callamos.
Esto hay que estudiarlo más profundo, porque quien lee eso se puede confundir. A nivel psicológico podemos estar tan cargadas como tantas cosas callamos. El Dr Bessel Van der Kolk (psiquiatra) escritor del libro «El cuerpo lleva la cuenta» dice que estamos tan enfermos como secretos guardamos, y que acumular secretos puede llevarnos a desarrollar adicciones como medio de liberar la carga sin que se tenga que hablar de lo que se guarda o lidiar con las emociones.
Estas nociones serán entendidas por quienes tengan el tiempo para meditarlo, pero lo que sí puedo decir para concluir en el espacio que da una red social en la que además hay que tener consideración de todo el tipo de personas/edades que leen el contenido, es que si usamos la boca para bendecir, podemos empezar a sanar, en el sentido que:
1.- Si vamos a hablar de lo que nos hace mal e incluso hacerlo expresando de lleno molestias, lo hagamos con el propósito de lidiar con la emoción y no de hacer mal a otro. Aprendamos a canalizar esta actividad conversando con alguien que 1)sepa escuchar 2)sea objetivo 3) entienda que lo hacemos para descargar con una buena razón. Al escucharnos, la situación y la perspectiva también cambian.
2.- Practiquemos enfocar más atención en lo que nos abre que en lo que nos cierra. Explico: al quejarnos sentimos que descargamos, pero para muchos ya es un hábito que inmediatamente les cierra a lidiar con la situación. Usamos la boca para bendecir: habla sobre lo que si te sienta bien de la situación y ordena la frase de queja con un «pero XXX podría mejorar.. ¿qué puedo hacer para colaborar?»
3.-Hasta las críticas más fuertes podemos hacerlas con cariño, que emana de respeto y amor propio. Piénsalo.