Esta ha sido mi frase favorita por un mes y muchos lo saben. Sucede en la vida real y en el espacio emocional: es difícil avanzar mirando hacia atrás.
No hablo de desacreditar el pasado, lo que has vivido, bailado o tus raíces, sino más bien de entender que el pasado es un lugar de referencia y no de residencia. Renaces cada vez que te presentas aquí y ahora sin juzgar por algo que te paso antes, sin justamente considerar que ya no eres el mismo.
Lógicamente, si me queme poniendo la mano encima de la llama no lo haré mas (de esa manera), pero tampoco me voy a poner guantes (un cinturón de castidad emocional para que nada te afecte) para no quemarme. Lo que sí puedo hacer es entender que la llama sirve para calentar, para cocinar… ¿se entiende? Una vez que aprendí el uso de esa experiencia en mi vida, tengo vasija para contener no solo su lección, sino también capacidad para aprovecharla. ¿Cómo dejamos de mirar el retrovisor? ¿Cómo superamos la quemadura de la llama?
Aceptando la experiencia. Moviéndote a través de las emociones que evoca en vez de negarlas. En español: quien no suelta el pasado no lo ha superado (y quien no ha superado el pasado no tiene energía para el presente y no crea una realidad diferente)
Es simple. Pero no se trata de superar a Juan, sino las emociones que en ese momento no supiste manejar y por eso, así Juan ya no esté, las emociones aun están allí y hay que vivirlas, aceptarlas aprender de ellas para poder avanzar en paz, sin evitar otro Juan(es) o situación de crecimiento porque siempre las vamos a tener. Se trata de madurar emocionalmente, de quedarnos enganchados sin hacer el trabajo, de aceptar en vez de tapar y es algo por lo que pasamos todos y todo el tiempo, así que sin pena, rompe un patrón y comienza.