1. Obsérvate. ¿Qué has manifestado en tu realidad que no te gusta? ¿Es una relación o ausencia de ella, un vicio, una adicción? Identifícalo, escríbelo.
2. Describe cómo ves la situación. Este es tu punto de vista del mismo.
3. Léelo después en voz alta y pregúntate cómo puedes hacerlo diferente. Aquí no termina la cosa y no creas que de la identificación a la sanación hay un solo paso. Por favor y por amor propio, entiende que es un camino largo, lento y que requiere compromiso. Ya sea trabajar el amor propio (que en verdad es la causa a todo lo que quieras trabajar), una relación o adicción.
4. Entiende que lo que refuerza y da continuidad a esa situación es una creencia que no cuestionas. Y que en muchos casos no solo ya ha creado un camino neuronal, sino que en caso de desórdenes y adicciones, ya envuelve procesos fisiológicos, ansiedades crónicas y hasta dependencias químicas. Estos últimos casos necesitan ayuda especial.
5.- Busca referencias de personas que han pasado por una situación similar y cómo salieron hacia adelante. Nota que hicieron un cambio en valores, en ocupar su energía en otro tipo de actividades y en sanar al mismo tiempo (porque va en conjunto) otros temas importantes que envuelven cuerpo/mente/espíritu. Por ejemplo: la alimentación.
6.- Contacta con tu lado espiritual. Meditar es muy bueno cuando estamos tratando de ver una situación de otra manera.
7.- Usa rituales de amor propio. Por muy loco que te parezca, el agua con limón en la mañana da estructura al resto del día. Quizá para ti es el entrenamiento en la mañana o la hora de meditación en la noche. Estas pequeñas muestras de amor propio ayudan, porque el amor deja poco espacio para el miedo; y repito: no es de un día a otro.
Por último, entiende que esto es una abreviación de procesos densos y extensos de sanación. Si sabes que necesitas ayuda debes solicitarla a un especialista. Sea un life coach, un terapeuta, un doctor o un tutor. Hazlo. Si quieres saber cuál podría ser la terapia más adecuada para ti: haz clic acá.
